10 de enero de 2012

Decipher

En Pequeños Monstruos, un blog para padres e hijos que va a crecer mucho este año (I cross my fingers), hemos publicado una entrevista con dos auténticas cracks, dos jugonas, de una guardería escuela infantil (me insistieron mucho en cambiar el término, esto ha dejado ya de ser un sitio para "guardar niños").

Monigotes es una escuela infantil de Leganés, la primera que visito en mi vida. Entramos hasta la cocina, nos dejaron ver todas las aulas, el comedor, los niños por allí correteando, recogiendo juguetes (o más bien tirándolos -salvo una niña extraordinariamente diligente que los recogía todos con una aplicación marcial-), llorando, moqueando, sonriéndome, extrañándose ante mi presencia, durmiendo, riendo, gritando... Los niños me sorprendieron tanto como la escuela. Es maravillosa. Quiero vivir allí, en sus aulas de colores. Dormir en sus pequeñas esterillas, que me acurruquen a la hora de la siesta matutina. Que me den de comer de esa gran olla de cocido. Que me pongan en CD las canciones de los Mosqueperros. Y, sobre todo, quiero que me eduquen personas tan maravillosas como las dueñas y educadoras de Monigotes.

Su política es puertas abiertas: los padres pueden entrar allí como en su propia casa, comprobar qué hace su hijo, qué come y qué actividades hacen con él en las aulas. Qué política tan maravillosa. La honestidad. La vocación. La franqueza. El cariño. Si tuviera un pequeño bambino, lo llevaba allí de cabeza. Esta gente ama a los niños y allí aprendí que las guarderías escuelas infantiles ya no son un capricho, un canguro o un desahogo; son centros de educación complementarios (y uno diría que necesarios) en la educación de un niño.

Respecto a los niños, me sorprendieron tanto como me sorprenden siempre (sé lo que me digo, no vengas a corregir estas palabras from the heart, hombre, dónde se ha visto eso...). Podría estar horas mirándolos, descifrando sus miradas, intentando establecer una conexión con ellos, preguntándome qué rondará por su mente... Me parecen seres (aparte de adorables) hipnóticos. Mucho más interesante quedarse cinco minutos mirando un niño, aguantarle esa mirada en la que simplemente te observa, que charlar con mucha gente que poco o nada tiene que aportar. Siempre me ha chocado como la gente los descarta, los elimina de la ecuación, con una facilidad pasmosa "Es un niño pequeño, no se entera de nada, ergo no existe a partir de ahora en una conversación o en mi estancia en su misma habitación". ¿Por qué no? Son fascinantes. Yo propongo desde aquí el diálogo, la observación, el decipher a tope.

Lo que propongo es la consideración. Jamás descartaré a un pequeño bambino simplemente porque no tiene la capacidad de "hablar como un adulto". Como le dijo Liam Neeson al aberrante Jar-Jar Binks en "La amenaza fantasma": "La capacidad de hablar no te hace inteligente". ¿Por qué considerar/escuchar a un adulto lamentable simplemente porque sabe colocar sujetos y predicados y descartar como presencias a niños incapaces de elaborar frases complejas pero con una bondad e inocencia sencillamente fascinantes?

I´m with you, little bambinos. I´m your bro.

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