14 de enero de 2012

Dartmoor Zoological Park

Así se llama el zoo en el que trabaja Benjamin Mee, el autor del libro "We Bought A Zoo" (me encanta cómo los norteamericanos ponen mayúsculas a TODAS las palabras de un título -tengo que escribir un post sobre esto-). El libro narra sus experiencias como "periodista que se compra un zoo sin tener ni pajolera idea de animales" así como "padre de familia que sufre una tragedia con la que tiene que lidiar (lozano)". 

Cameron Crowe, un guionista y director al que tengo en mi mesilla de noche (no literalmente, no es tamaño pocket) por razones que algún día enumeraré (post), adaptó el libro junto a la guionista Aline Brosh McKenna para rodar la película. En Estados Unidos se llama igual que el libro. La traducción literal española quedaría bastante chula como título, "Nos compramos un zoo". O, si queremos disipar las dudas sobre el tiempo de la compra ("¿Pero os comprásteis un zoo en 1973 o es que tenéis intención de compraros uno en la próxima visita al Carrefour?"), podríamos llamarla "Nos hemos comprado un zoo". Pero no, en España han tenido a bien llamarla "Un lugar para soñar". Que no sabes si metes a ver una de Kate Hudson como violetera en Manhattan o una de Tim Allen haciendo de padre de doce chiquillos rebeldes pero adorables (¡tienes que amar a esos chiquillos!).

Tremenda mierda.

Puestos a poner títulos genéricos, ¿qué tal llamar "Un universo para soñar" a "2001, una odisea en el espacio"? Si se trata de ampliar la oferta y la felicidad de la propuesta, ¿por qué no llamar "Verde color esperanza" a "Green Lantern"? Puestos a buscar el buen rollo, quizá sería conveniente retitular "El padrino" como "Bellas cabezas de caballo".

En algún sitio la he visto como "Un zoo en nuestra casa", que no está nada mal comparado con el anterior (aunque puede interpretarse como una alocada comedia de Martin Lawrence con gorilas parlantes y eso). En cualquier caso, la peli está ahí fuera, en los cines. En Madrid sólo puede en versión original en los Ideal, creo. Espero estar aún a tiempo de pillarla porque no quiero ni imaginar las voces que les habrán colocado a Matt Damon y a Scarlett Johansson. O la que le habrán puesto a la niña, Elle Faning (la hermana fea e inquietante de Dakota), ¿será una anciana fingiendo voz de niña? ¿será la dobladora de Bart Simpson imitando a una anciana que imita a su vez a una niña? Las posibilidades del doblaje español, como bien sabemos, son ilimitadas. Hasta es posible que la cebra, la zarigüeya y Elle Faning estén dobladas por la misma persona, un señor de Teruel de 42 años. Con bigote.

El material de partida no es que sea la bomba (sí, hablo del libro, ahora me meto en harina), pero ya el retrueque español debe ser muy duro de superar. Hay doblajes españoles maravillosos (en series de animación, sitcoms y alguna comedia son de sobresaliente), pero por norma general me parecen pobres y desnortados, truncando no sólo las interpretaciones originales; sino también, y sobre todo, LAS INTENCIONES originales.

Sí, truncar expresa bien lo que opino.


El libro, voy a ser sincero, no me ha convencido. Me lo compré en la maravillosa Book Depository (donde no tienen gastos de envío y sí la posibilidad de hacerte wishlists como en Amazon) por 7 euros con algunos céntimos, mucho menos de los 18 con algo que piden por él en español en el Vips. Eso sí, admito que me gusta más la tapa de la edición española. Cuando lo recibí, me puse con él con mucha ilusión... ilusión que fue decreciendo a medida que pasaba las páginas.

Yo esperaba una historia personal de un tipo y su familia y, luego, aparte, además, cómo pone de nuevo en el mapa un zoo ruinoso. Lo que me encontré, en cambio, fueron historias sobre la patita de la iguana del pabellón 12, cómo serrar el colmillo del tigre de la celda de máxima seguridad y cómo inyectarle antes la inyección B-4 con la que se puede lograr que un animal de más de 100 kilos entre en trance, puesto que como se ha demostrado en Francia, la sustancia B-4 consigue sorprendentes efectos una vez testada en mamíferos de...

... Exacto. Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.

El libro es 80% historias de animales y 20% historias personales. Ese 20% es fascinante y hubo momentos en el metro en el que tuve que reprimir (COMO UN HOMBRE) mis ganas de llorar. Ese 20% es fantástico, toca la patata. Es interesante, sorprendente, conmovedor y adictivo. El resto del libro, la mayor parte, es muy aburrido. Mi curiosidad por el mundo animal ha sido mínima durante toda mi vida. Si acaso, me interesan los perros. Punto. O los Nintendogs, como mucho. Creo que jamás he visto más de un minuto seguido de un documental de animales. I was more into Melrose Place (la represión, ya sabéis).

- Pero chico, te has comprado un libro llamado "Nos compramos un zoo", ¿qué esperabas, viajes en el tiempo?
- Deseo tu muerte.

Esperaba una "una historia de superación personal/catarsis familiar/revelación espiritual" con el zoo de fondo, y no al revés. He llegado al final del libro a trompicones, buscando lo que a mí me interesaba (él, su mujer, sus hijos, sus negociaciones con los bancos, sus ideas para relanzar el restaurante del zoo, sus entrevistas con cuidadores de animales) y saltándome lo que no (el efecto de los vientos de componente norte en el pelaje del armadillo de tierra y similares). Espero y deseo que Cameron Crowe se haya centrado en el 20% que a mí me interesaba. Porque Cameron Crowe debería hacer sus películas para mí.

Respecto a la película, espero una cosa entre tibia y amable. No es que haya sido recibida con cohetes por la crítica, "cosita entrañable que no se recuerda pero tampoco molesta" viene a ser la opinión general. Bueno, yo sé que le encontraré gustirrinín en la banda sonora, en los diálogos cursis y poéticos de los personajes, y en la bondad de todo el paquete. Porque hacer las cosas con corazón y mostrar a señores con corazón y enredarlos en situaciones con corazón me siguen pareciendo los mejores reclamos posibles para disfrutar en un cine.

Y luego están los pechos de Scarlett.

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