
Recuerdo haber leído el cómic hace tiempo y recuerdo también no recordarlo, valga la redundancia. Me pareció poquita cosa. Qué equivocado estaba. Es precisamente en este “pocacosismo” donde “Kryptonita” encuentra su mayor virtud. La idea del autor, Darwyn Cooke, era la de centrarse en las primeras aventuras de Superman, cuando aún no sabía hasta dónde llegaban sus poderes, cuando aún era capaz de sentir miedo. Una de las mejores partes del cómic, si no la mejor, es aquella en la que Superman cree que va a morir engullido por la lava de un volcán. Está escrita y dibujada de forma maravillosa y leer a un Superman asustado es algo que no sucede a menudo.
La idea de este cómic (“un Superman en prácticas, vulnerable, con miedo”) es genial. De hecho, DC debería haber abrazado la idea y haber creado una colección exclusiva de un Superman “recién licenciado”, cuando aún no manejaba toda su fuerza, cuando aún la cagaba aquí y allá, cuando no era el icono definitivo… Aunque, ahora que lo pienso, ¿no es eso lo que está haciendo Grant Morrison en el reboot de Action Comics? Si esa es la idea, es una idea genial.

El tebeo, además, se centra en la kriptonita. Si se llamara “Superman: Kryptonita” y se centrara en el chopped pork sería un título contradictorio. Pero no lo es. La otra gran idea de la historia es relatar las primeras andanzas en la tierra del famoso mineral que hace pupita a Superman. Estupendo hallazgo esos prólogos de capítulos en los que la propia kriptonita, en primera persona, nos relata cómo llegó a la tierra, cómo se relaciona con los terrícolas y cómo busca al “kriptoniano”, como ella le llama. Todo esto se va al garete en los dos últimos capítulos, cuando la kriptonita se transforma en… otra cosa, pero hasta ese momento es de lo más disfrutable.
El guión, clásico, estiloso y muy divertido es obra de Darwyn Cooke (“Batman: Ego”, “DC: The new frontier”, el relaunch de “The Spirit”) y el dibujo lo es del talentosísimo Tim Sale. Es éste un tipo alejado de la norma que dibuja a los superhéroes de una forma tan rara como adictiva. Sus superhéroes rebosan vida y sentimientos, algunas de las caras de Superman con miedo o vergüenza tras haber decepcionado a Lois o a sus padres son las más expresivas que he visto nunca. Un 10 para el dibujo. Os recomiendo las otras historias de Sale para Marvel o para la propia DC. También un 10 para la labor de Dave Stewart y Richard Starkings. Tan importante para que este cómic mole son el guión y el dibujo como lo es el color. Al igual que el dibujo de Sale, parece no elaborado en una máquina, sino con un cuidado supremo en cada rincón de cada viñeta. El contraste entre los prólogos y el resto de la acción es alucinante. Este dibujo y este color merece una exposición. ¿No se le ha hecho ninguna?
Por lo demás, mencionaremos que la historia juega a ambientar la historia en una fecha no determinada, lo mismo parece que estamos en los 50 (con ese Jimy Olsen con gorra de pelis de gágsters, ese Tony Gallo salido de los primeros films de Scorsese) que en el siglo XXI (con esos ordenadores y supervillanos volando). Esto es algo que también hizo “Superman Returns” y, francamente, me gustó. Juegan a ser DE SIEMPRE, no de un periodo concreto. Es un deseo que merece mi respeto.
Una lástima, como decía al principio, que el cómic no sea tan bueno en los dos últimos capítulos (donde da un salto a la ciencia-ficción más cutre, infantil y facilona) como en el resto. Aún así, una lectura más que recomendable. Y me lo apunto como “uno de los primeros tebeos de Superman que debe leer mi hijo”. Hell yeah.
7/10
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