3 de noviembre de 2011

Del product placement y Morgan Spurlock


Morgan Spurlock (ese apellido no puede ser real, a menos que sea vulcaniano) es un señor muy simpático. Le conoceréis de cosas como "Super Size Me"... y, bueno, de pocas más. Ha hecho otras, sí, pero su minuto de oro fue aquel documental de entretenimiento (¿infotainment?) que obligó a McDonald´s a retirar de sus locales los menús de tamaño "súper". A mí, personalmente, me dolió mucho más cuando retiraron de sus locales los batidos de chocolate... que parezco ser el único español que los probó... pero no negaré que el documental  me tocó la patata (de luxe) en ciertos momentos.


Pues bien, Spurlock ha vuelto. Ha dejado su Vulcano natal para grabar en la Tierra "The Greatest Movie Ever Sold" ("La película más grande jamás vendida"), que juega con el título de "The Greatest Story Ever Told" ("La historia más grande jamás contada"), una peli dirigida por George Stevens en 1965 que recoge la vida y milagros de Jesucristo. El documental/film/loquesea va de lo siguiente: Morgan Spurlock pateándose Estados Unidos en busca de patrocinadores para su nueva película. Su nueva película (que es el proceso de ponerla en marcha) consistirá en mostrar product placement en cada fotograma del film. Es decir, un vamos a dejarnos de disimular y apostemos a lo grande por la publicidad en las pelis. ¿Cómo? Consiguiendo que la nueva película esté financiada enteramente por marcas comerciales.


La propuesta es divertida pero hueca. En realidad, Spurlock no sabe qué hacer con los sponsors y anunciantes. Hace chistes sobre ellos y nos demuestra que el mundo occidental ha sido colonizado por las grandes corporaciones, correcto, pero una vez que un anunciante X le dice "Ok, Morgan, nos apetece patrocinarte la peli esa que se ríe del product placement aún a riesgo de que te estés riendo de nosotros", el tío no tiene nada que ofrecer. No hay película que patrocinar, es todo una gran mentira. La película es el proceso de financiar la propia película. Por mucho que me haya divertido (que lo ha hecho, Spurlock sabe sacar buenos gags aquí y allá, y el mundo de la publicidad y el cine me apasiona) no puedo dejar de pensar cuánto juego se le podría haber sacado a la idea. ¿Por qué no una película REAL, en la que el product placement esté notablemente exagerado? Una peli donde Scarlett Johansson se llame Barbie, Justin Timberlake se llame Ken y tengan que salvar al planeta Starbucks de la destrucción a manos de unos malvados robots alienígenas diseñados por MB y Mattel. Vale que nadie hubiera financiado eso (o sí, ahí están "Transformers" o "La Isla"), pero "The Greatest Movie Ever Sold" me suena a oportunidad perdida. El perro encuentra el hueso, lo olfatea un poco y lo abandona en el suelo en vez de morderlo. Ouch.


Aún con todo, es un ensayo-docupachanga recomendable. Apenas pasa de la hora y veinte minutos y tiene detallazos como cuando Spurlock le pide a Ok Go! que le hagan una canción para la peli y ellos acceden diciendo: "Pero entonces, ¿nuestra canción para The Greatest Movie Ever Sold será The Greatest Main Theme Ever Written for a Movie?". Suena en los créditos, claro ;-)


4 comentarios:

Jimmy Dix dijo...

Tengo que ver la cosa esta. Super Size Me me gustó, así que espero al menos distraerme con esta.

¡¡¡¿¿¿En el McDonald's ponían batidos de chocolate???!!! ¿Cuándo? Yo sé que ponían donuts (pésimos), pero… ¿batidos de chocolate? Conociendo a la empresa del payasito, sería más bien sucedáneo de leche con sucedáneo de cacao, algo así como el macolate que hizo una vez Monica y que tanto le gustó a Joey en Friends. Admiro, por tanto, a tu estómago tanto como a tu persona. O más. (Ello no quita que, de vez en cuando, me coma un Big Mac… a escondidas de mi novia, que no me deja comer esas mierdas. Habiendo Foster's, también hay que tener ganas, las cosas como son).

¡Saludos, Clark!

Clark Kent dijo...

Síp, Jimmy, unos batidos alucinantes. Eran los SHAKES, y el de chocolate era tremebundo. Eran batidos "no demasiado batidos" o "batidos con pereza". El interior era esa pasta de helado que lo mismo vale para un Sundy (Sundae?) que un McFlurry que un cono de vainilla. Pues esa pasta helada, un poco más líquida, de chocolate. Obra maestra, claro.

Nymeria dijo...

¡¡Argggg!! El McFlurry es, para mí, una de las cosas más repugnantes que se pueden encontrar en un McDonald's (lo que ya es decir). Esa masa blanducha, que no parece ni fría, haciéndose pasar por helado... ¡Arggg!

Por cierto, ¿conocéis la leyenda urbana de la carne de cosa del McDonald's? Resumiendo, dicen los expertos (vamos, el usuario medio del Yahoo Respuestas) que McDonald's ha creado unos bichos informes, sin ojos ni apenas cabeza, que se alimentan por tubos, de los que sacan la carne que va a parar a las hamburguesas. Como anunciar "hamburguesas de carne de cosa" no iría demasiado bien para el negocio, las anuncian como "hechas con carne de res", que en latín significaba cosa (este es uno de los fallos principales de la explicación, porque no veo cómo va a funcionar el truco del almendruco en inglés... Pero recordemos que esta historia es carne, nunca mejor dicho, de Yahoo Respuestas). Y, ¡voilá!, los del McDonald's tienen una publicidad totalmente fidedigna, pero solo los que dieron latín en el instituto entienden el trasfondo de la carne de los horrores.

Tengo que reconocer que es una de mis leyendas urbanas favoritas, junto a esa de que bandas de Latin Kings se dedican a vagabundear por la noche en coches con las luces apagadas, dispuestos a matar al primero que les haga señas para que las enciendan (más información, aquí).

Me encanta el blog, ¡saludos!

Jimmy Dix dijo...

Clark, ¿te has preguntado alguna de vez de qué estará hecha la pasta helada esa del McDonald's? ¿De verdad es eso helado?

En fin, qué más da. Están buenísimos, y de algo hay que morir. Mi preferido es el McFlurry con sirope de caramelo y trocitos de KitKat. Ay, Dios, ¡cómo puede estar tan buena esa mierda! Algunas veces, al terminarme uno, he estado tentado a pedirme otro más.

Si alguna vez me abandona mi novia, y tengo que ponerme a mirar la calle, triste y compungido, en un día lluvioso y gris de mediados de otoño, desde la ventana de mi ático neoyorquino con vistas a Central Park, escuchando canciones de desamor dedicadas en la radio local de turno, y vestido con una sudadera ancha y raída de los Mets, créeme que lo que tendré entre las manos no será uno de esos botes de helado de medio kilo, sino un McFlurry de McDonald's. O dos.

¡Saludos, crack!